Apenas un aleteo fugaz que se pierde entre bajas nubes

Apenas un aleteo fugaz que se pierde entre bajas nubes

El que está muerto eres tú.
"inmaculada decepción"

Veo venir a HV caminando algo inclinado por calle Libertad, aunque a la distancia me pregunto si será él. HV no acostumbra a vestirse de milico, aunque quién sabe. Los hábitos y costumbres varían, pienso. Si de él se trata, me esconderé tras una esquina y lo asustaré con un golpe de pétalo, a lo Neruda. Allí viene. Su mirada inquisitiva se asemeja a un halcón medio dormido con un ala herida. Sí, es él, reafirmo, sobrepasando mi duda cartesiana. Entonces salto y lo encaro. Craso error: no hay nadie. Apenas un aleteo fugaz que se pierde entre bajas nubes.

La policía me entrega un set de fotografías. Lo reconozco inmediatamente. Es él. Me vuelven a preguntar. Es él. Es imposible me dicen. Usted está señalando al Juez. Les digo que hasta Dios no está libre de culpa. Que no existe nadie que no merezca Una Temporada en el infierno. Me toman por loco. Me internan. Al salir de allí me alojan en el cementerio. Me reencuentro con mis abuelos. Con mi primera novia. Con mi bicicleta roja de mi infancia. Era un día hermoso.

El supuesto juez se persigna, aunque ya no cree en el Dios oficial y todavía ignora cuál es el alternativo. Se arrodilla junto a la tumba del loco. Coloca una crucecita de madera que hizo por el camino y está por añadir un trozo de papel al que pondrá el nombre del extinto cuando alguien le golpea el hombro. Se vuelve: no pierdas tu tiempo, soy yo, le dice HV. El que está muerto eres tú.

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